Con nueve años la vida se ve a través de otro cristal. El fútbol era un campo de tierra y piedras; las porterías, un par de palmeras a la distancia justa; y el balón, una lata de refresco un tanto achatada, quizás una piedra aporreada por las gastadas punteras de los escolares. Recuerdo que, con esa edad, salía disparado del colegio para ver los partidos del Mundial. El timbre del centro daba las cinco y, a esa misma hora, sonaba el silbato en los muchos partidos del Mundial de España en 1982, el de Naranjito. Entonces consumía horas y horas de disparos del brasileño Eder, cuya potencia me parecía imposible de emular; de pases y genialidades de Zico y Sócrates; de goles de Paolo Rossi; ... y dejaba escapar mi imaginación acerca de lo que harían los Arconada, Camacho, Maceda, Gordillo, López Ufarte, Santillana o Quini ... El Mundial fue un desastre para mí. España acumuló un desastre más (como los de ahora) y mi otro equipo, Brasil, quedó eliminado frente a Italia en el mejor encuentro del campeonato. Al menos, pensé, siempre me quedaría Naranjito. Hoy, 13 de junio de 2007, se cumplen 25 años del inicio del Mundial y la mascota todavía está bien fresca en el recuerdo. ¡Felicidades Naranjito¡
miércoles, 13 de junio de 2007
viernes, 8 de junio de 2007
Un salto al vacío
Hace algo más de un mes me propusieron escribir un blog para la empresa. Apenas sabía nada de esto (y sigo sin saberlo). Me parecía un lugar virgen, en el que quedarte desnudo, de pensamientos, miserias, de ilusiones, preocupaciones. ¿A quién le va interesar esto que escribo? ¿Por qué ha de entrar la gente en este rincón privado? Algunos, todos amigos, alguno desconocido, lo habéis hecho. Ha sido una experiencia enriquecedora, aunque breve. No sé si seguiré alimentándolo, porque tendré que dar de comer al otro. En cierto modo, esto del mundo blogero no deja sino de cubrir un hueco de autoestima y orgullo que todos necesitamos. Porque no vamos por la calle repartiendo piropos (con lo poco que cuesta¡¡) sino que maldecimos en el metro al de al lado, somos un trapo en el bus, un número de carné y seguridad social, un productor más en la fábrica, un punto más de audiencia para las teles o el voto que depositamos en una urna con la (ilusa) creencia de que valdrá para cambiar las cosas ... Somos tan poca cosa. somos tanto. Gracias a todos por estar ahí. Un consejo: disfrutad de cada momento y detalle, por vulgar que os parezca. No esperéis a que, un día, de repente las cosas cambien ... y os déis cuenta de que el tiempo se fue y que, en las cosas minúsculas, está la verdadera esencia de las cosas. Gracias, de nuevo, por darme este impulso hacia el vacío.
miércoles, 6 de junio de 2007
Hércules Nadal
Nadal, puro músculo. Moyá, el estilista. El primero, discípulo. El otro, maestro y plástico en cada gesto. Manolo Santana, el prohombre del tenis en España, como lo fueron Paquito Fernández Ochoa en el esquí y Seve Ballesteros, en el golf, dijo una vez viendo jugar a Rafa que el tenis le parecía complicado y, observando a Federer, que la cosa simulaba más sencilla. Lo mismo ocurre con Carlos Moyá, a quien vi hace unos años en el Godó. Creo que ni llegó a sudar, pero ¡cómo le daba a la pelota¡ No obstante, siendo sufrido, heroico el tenis de Nadal, el mallorquín parece un gladiador sobre la arena de París, un coloso indestructible. Si hay una grieta en el muro, creo que tan sólo la abrirá el suizo. Otro fino tiralíneas. Como el viejo Moyá ... derrotado en Roland Garros por el Hércules Nadal.
martes, 5 de junio de 2007
El avión de Singapur
El fin de la tregua. Mala noticia. Me viene a la memoria aquel avión de vuelta de Singapur. Un boletín de Radio Exterior de España: Londres, flamante sede de los Juegos del doce, estaba descosida por todos lados por culpa del terrorismo. Todos, los del avión, nos miramos y pensamos que sí, que podía haber sido Madrid el objetivo de las bombas. De pronto, se entremezcló entre la expedición de periodistas, empresarios y políticos un sentimiento mitad de alivio y mitad de solidaridad con los británicos, los mismos que nos habían birlado de la ilusión de los Juegos. No me digan que el terrorismo de ETA o el islámico hablan un lenguaje distinto. El miedo y la desazón por no dejar un futuro mejor a los nuestros es el mismo. Viaja en vagón de metro, junto a una parada de bus o al doblar una esquina. Lo mismo Rajoy, después de aquella (lamentable) frase ('Si no cumple le pondrán bombas, y si no hay bombas es porque ha cedido', le dijo a Zapatero) es el único contento. Yo no lo estoy. Los etarras han quitado el seguro a las bombas.
lunes, 4 de junio de 2007
La letra (del himno)
Aparcada por unos días (unos asuntos familiares me requerían) esta pizarra, vuelvo a las palabras. A este rincón de pensamientos alzados al aire. Navego por internet para ponerme al día. Leo que Alejandro Blanco, el presidente del COE, ha impulsado que se ponga letra al himno nacional. "Hablamos de una letra que una al deporte", dice Blanco. Complicada partitura pienso, en medio de nacionalismos y discursos electoralistas. Se ha hablado muchas veces de la envidia que provocan otros paisanos de países con himno. De que el nuestro estaba huérfano de letra.
Muchas voces del deporte, y la política, cómo no, se han alineado junto a Blanco. Otros, en cambio, dicen que lo importante es el sentimiento y que cada uno le ponga la letra que quiera. Uno de los segundos es José Vicente Hernández, Pepu a raíz del campeonato del mundo en Japón. Y uno no puede dejar de creerle viéndole en el podio, con el oro al cuello, el trofeo abrazado y las lágrimas no disimuladas.
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